En este blog contaré cosas personales, cosas que quizás os pueden ayudar o simplemente cosas que me vienen a la mente y necesito plasmarlas. Sea cual sea, espero os guste. Todo lo que vivimos nos marca y siempre intento aplicar en cada caso «que es lo que me ha enseñado esto» para así seguir creciendo.

En este post quiero hablaros del tema tan delicado que toda la gente tiene miedo que llegue, la muerte de nuestros perros.

Nuestra Iris nos dejó el seis de julio de este mismo año y quiero compartir con vosotros como fue su despedida.

Los últimos meses no fueron fáciles y recuerdo que los últimos días veía que me explotaba la cabeza de tanto pensar si ya era el momento de ayudarla a irse o no. La responsabilidad de tener que decidir sobre la vida de alguien pesa mucho y no es tarea fácil. Pero también es cierto que ellos son afortunados de poder «disfrutar» de la eutanasia.

Las personas nunca queremos que se vaya ningún ser querido pero tenemos que aprender a ser capaces de saber cuando es el momento y soltarlos o ayudarlos. Tenemos que ser conscientes que la muerte forma parte de la vida y no tenemos que ir contra la corriente. Si así lo aplicamos, creo que sería más fácil para el ser que tiene que irse.

Cuando nos aferramos a ellos sin dejar que hagan el proceso, estamos interfiriendo y todo es más lento. El sufrimiento para quién se va y para el que se queda es mayor.

Muchas veces cuando hablo de este tema hay gente que me cuenta experiencias que han tenido con perros o personas que por no querer admitir que era el momento, todo va fue más lento o doloroso si cabe. Esto y las vivencias que he tenido, han hecho que cambie la manera de ver las cosas.

Siempre que me consultan sobre si hacer un acompañamiento o no, o cuando saber si es el momento siempre cuento mis vivencias. Las que he tenido en personas y animales. Son muy personales pero cuando las comparto la gente lo entiende mejor.

Iris estaba apagándose muy despacio pero ella tenía mucha ganas de vivir. Las últimas semanas ya hacía cosas que no eran propias de ella por el que empecé a pensar que quizás su paso por aquí tenía que acabar. Es duro, sí! Nadie ha dicho que sea fácil, pero si ya no es vida, si no se tiene calidad, si ya hace cosas que no son normales, a mi pensar creo que es mejor ayudarla a descansar.

Tenía catorce años y medio. Es una suerte que hubiera podido disfrutar de tantos años de vida dentro de lo que dura una perra. Así que al final, tienen que irse por alguna razón.

Un viernes ya empecé a ver la cosa mal y no fui al trabajo. Pasamos el día juntas y yo tenía dudas, muchas. Por la noche ya iba viendo que no era justo alargar esa situación. Es cierto que ella no estaba sufriendo pero también era cierto que no tenía calidad de vida.

Cogí un colchón pequeño y lo puse en el comedor para poder estar a la altura de ella (no estaba cómoda encima mi cama) y pasar la noche juntas. El día siguiente, sábado, me levanté ya en el cambio de chip puesto sabiendo que ese sería el día de su despedida.

Quería que fuera en nuestra casa y de la mejor manera que lo pudiera hacer. No siempre podemos hacer la despedida en casa porque hay veces que están ingresados u otras razones pero esta vez si que podía elegir y así lo hice.

Como había elegido que fuera por la tarde, teníamos todo el día para decirnos todo aquello que queríamos que nos quedara claro y hacer un buen día. A ella como buena labradora le encantaba comer, así que hizo un buen almuerzo como siempre lo hacía (mis perros comen BARF) y a continuación hizo su siesta. Yo aproveché para ir a comprarle un pastel de queso.

Cuando se despertó le expliqué que necesitaba que me dejara sus patitas para marcar las sus huellas sobre un barro que tenía para tenerlas para siempre. Le encantó la experiencia!

Únika era la que más vínculo tenía con Iris. Estuvieron todo el día juntas y el resto de “les Bestioles” estaban apartadas para que ellas dos tuvieran paz.

Una hora antes de la despedida le saqué el pastel. Qué alegría tuvo! Los ojos se le salían y empezó a comérselo con las ganas que la caracterizaba. Mi sorpresa fue que no se lo terminó. No podía, estaba fatigada. Esto me sirvió para saber que estaba haciendo el correcto, que era el momento.

Un poquito antes de que viniera Aida (la veterinaria) bajé las persianas, puse luz tenue y música de piano relajada. Hay estudios que dicen que las piezas de piano relajan a los perros.

Así que tenía un entorno tranquilo y a mí también me ayudaba. Retiré a Únika y cuando estuvimos preparadas, Aida la ayudó a irse. Fue bonito, mucho.

Aida me hizo un buen abrazo que agradecí muchísimo. Es muy importante el papel de la veterinaria. En profesionalidad y empatía. Gracias por todo!

Cuando fuimos a por Únika, se había hecho pipi. Esto no es propio de ella por el que entendimos que sabía perfectamente que acababa de pasar.

Cuando ya había pasado todo, cuando Iris se la había llevado Aida, sentí una paz dentro de mío que nunca podré explicar. Tener paz es muy importante y haber hecho este proceso me había dado y mucha.

Espero que esta vivencia os ayude. Otro post que os ayudará en diferente situación es el de Ynka: https://nuriafayos.com/va/veritat-que-no-voldriem-marxar-soles-si-poguerem-escollir// y Lloba: https://nuriafayos.com/va/vola-alt-lloba/

Gracias Irisiti por estos años que hemos compartido. Me has enseñado a ser sobretodo resiliente. Te has hecho querer por toda la gente que te ha conocido, puesto que siempre has sido todo bondad y ternura. Solo sabías que repartir amor.

Te quiero de todo el corazón, ueli. Gracias por haber formado parte de nuestra familia. Hasta siempre, Iris.

Os animamos a valorarnos con las caritas y dejarnos vuestros comentarios al final de esta página para poder seguir creciendo. Gracias!

×

Hola!

Haz clic a continuación para contactar por WhatsApp o envíanos un email a nuriafayos@gmail.com

× Hola!